La mayoría de chavales de los equipos nacionales juveniles de golf queremos seguir los pasos de Sergio García, Rafa Cabrera-Bello o Jon Rahm por decir unos cuantos. Para llegar ahí hay varios caminos, pero en todos hace falta jugar muy muy bien (bastante obvio). Una vez que llegamos a la edad de ir a la universidad se separan los caminos, y, en resumen, se dividen en tres:

  1. USA: es el que la mayoría escoge, consiste en marcharse a los Estados Unidos a estudiar la carrera ahí y competir en la liga universitaria (amateur) de golf. Suele ser la mejor opción pues si haces buenos campeonatos, puedes ser invitado a un torneo de la «PGA» (los torneos profesionales más prestigiosos) y, si ahí lo haces bien también, ya te pueden dar el estatus de «miembro de la PGA», que significa que tienes pleno derecho a jugar todos los torneos de la «PGA» (donde está «la pasta»).
  2. España: los que no se van a Estados Unidos se suelen quedar a estudiar en España como cualquier persona normal, la única diferencia es que, al haber estado en el equipo nacional, tienen el diploma de «deportista de élite» por lo que no les piden nota para entrar en la carrera que quieran. Una vez acabada la carrera, se hacen profesionales e intentan llegar al «PGA» por medio de las escuelas clasificatorias.
  3. Hacerse profesionales directamente: a los que no se les da muy bien estudiar y no les convence la idea de irse a Estados Unidos se suelen hacer profesionales directamente y hacer lo que hacen los que estudian en España, pero sin haber estudiado la carrera. Mentalmente es duro, pues el que tiene una carrera sabe que si no triunfa en el golf puede dedicarse a trabajar como cualquier mortal, en cambio, el que no la tiene, siente mucha más presión a la hora de competir, pues sabe que es la única forma de ganarse la vida.

 

Alejandro A.